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Los niños imaginan el futuro y nos devuelven un espejo del presente

Actualizado: 28 jun 2022



En mayo arrancamos un proyecto sin precedentes: el primer ejercicio de inteligencia colectiva de futuros con niños y jóvenes en México*. Más de 100 niños de entre 8 y 14 años de 4 escuelas de Aguascalientes compartieron, escribieron y dibujaron ideas sobre el futuro que esperan y el futuro que desean (dos fotografías que no siempre coinciden).


Desde el principio nos dimos cuenta que las conclusiones de este ejercicio van a ir mucho más allá de lo que habíamos pensado: la información nueva que hemos recibido es abrumadora y me ha llevado a momentos de profunda reflexión como adulta.


Aunque el proyecto aún está en sus primeras etapas, y queda mucha información por procesar, me gustaría compartir algunas de estas reflexiones aún en crudo con ustedes:


  1. Silencio ante los escenarios que nos incomodan


Uno de los retos que planteamos a los niños consistía en una batería de preguntas detonadoras de situaciones: ¿Qué pasaría si… se acabara el agua de ríos y lagos cercanos y tuviéramos que esperar 10 años para que se recuperarán? ¿Y si pasáramos más tiempo en el mundo virtual que en el real? ¿O si las ciudades siguieran creciendo?...


Los silencios incómodos han sido casi más elocuentes que las propias respuestas. Con sus reacciones, los silencios prolongados y sus gestos de incomodidad, los niños nos dejaron asomarnos en lo más profundo de la sociedad en la que vivimos.



2. Miedo y ansiedad para que inventemos soluciones ¡ya!


“¿Esperar a que se llenen los ríos? ¡Podríamos morir!”. “Perderíamos muchos peces... y no tendríamos mucha comida”.” ¡Tenemos que inventar algo para captar agua más rápido!”


El miedo es real, inminente. Con sus caras, los niños nos dejan ver que no dudan ni un segundo en que la situación hipotética que se les plantea es posible. Los adultos aún tenemos una forma de negación de los miedos y bloquearnos de la posibilidad de esta situación. Pensar, “eso no va a pasar”.


Para los niños, este problema es real, son capaces de dimensionarlo sintéticamente con su multiplicidad de consecuencias y, sin duda, ven que las soluciones actuales de “ahorro” no son suficientes. De ahí su grito desesperado de que TENEMOS que inventar algo para captar agua más rápido. El tiempo es un factor clave: debemos anticipar y regenerar antes de que la situación nos alcance.



3. Vivir más no es precisamente positivo


“¿Vivir 100 años? Seríamos muchos”. Quizá para ti, la idea de que la investigación y la medicina lograran prolongar nuestras vidas considerablemente era un sueño o un anhelo en tu niñez. Hoy esta percepción ha dado un giro de 180 grados: “No cabemos en la Tierra”.


Entre risas, algunos proponen que “comamos más en Mc Donald’s para no vivir tanto tiempo”. Algunos avances en medicina y tecnología están encaminados a que los seres humanos podamos prolongar nuestra vida pero, ¿qué tanto podemos y debemos alargarla? ¿Qué consecuencias se derivarían de estos avances? ¡Qué debate tan grande! Me sorprendió el nivel de análisis de los niños. Sin lugar a dudas, ellos son capaces de ver ya las consecuencias debajo de lo que nos deslumbra como positivo.


4. Miedo al tiempo libre


Todavía es pronto para decirlo, pero es posible que este sea uno de los grandes descubrimientos del ejercicio. La respuesta fue común en todas las escuelas: los niños y jóvenes no saben qué hacer con su tiempo libre.


Piensan que tener más tiempo libre equivale a no hacer nada o a no tener trabajo. Creen que no tendrían dinero o que tendrían que buscar otro trabajo porque asocian el tiempo libre a algo negativo.


El silencio fue la constante al plantearnos este escenario.


La primera conclusión a la que llego es que hemos enseñado a los niños a no balancear su vida y su salud mental, a priorizar… Les hemos transmitido que estar ocupado es sinónimo de trabajar, que trabajar es igual a dinero, y que eso es y debe ser lo correcto.


Y eso que la pregunta se planteó ligada a una circunstancia: que gracias a la tecnología disponible, nuestro trabajo se facilitaba y acabamos más rápido, por lo tanto tenemos más tiempo libre. A pesar de eso, prácticamente no hubo ningún participante que lo percibiera como algo positivo.


5. Ambigüedad ante la inteligencia artificial


Por supuesto, los robots y la robótica ya están ampliamente instalados en el imaginario colectivo de los niños. Algunos, incluso, podían recitar las leyes de la robótica de memoria, ya que escuelas ya han incluido estas materias en sus currículos académicos.


En el futuro que los niños imaginan, los robots realizan tareas cotidianas y son la solución a muchos problemas. Por ejemplo, la corrupción: Los robots podrían custodiar un partido de fútbol para que no se repitan disturbios como los que ocurrieron hace unos meses en Querétaro porque no son corruptos. Por lo mismo, podrían vigilar aeropuertos y realizar otras tareas similares. ¿Será que los humanos no les hemos procurado la confianza en nosotros mismos?


Aunque muchos coincidieron en que los robots son una amenaza porque pueden robarnos puestos de trabajo, son la solución cuando se trata de confianza.


¿Será que también por eso los niños sienten más suyo un mundo virtual, donde todos los problemas que enfrentarán tiene solución?


No te pierdas los resultados del primer ejercicio de inteligencia de futuros con niños y jóvenes de México porque este es solo el principio.



 

* El proyecto se está realizando en conjunto con Amic Parlante, una agencia creativa que se encargó de la adaptación de materiales, los diseños, la gestión con los colegios y la dinamización de los talleres, y con quienes trabajaremos en el procesamiento de la información y difusión de todos los materiales que se desprendan del ejercicio.


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